sábado, 29 de agosto de 2009

(I) Guerras Mágicas


GUERRAS MÁGICAS

Crónicas de la guerra (I)
Bando del demonio. BreNo-Viem 27, 2008

El demonio Baltasór otea desde su atalaya, en el Monte del Fin del Mundo, el lento discurrir de las ordas de monstruos que convocó, hay días, para hacerle la guerra a las brujas rebeldes. Es un horripilante ejército que siembra a su paso destrucción, peste y muerte, transformando las otrora praderas fértiles en yermos campos putrefactos. La cacofonía de gritos, cánticos, música endemoniada y lenguas es insoportable; allá por donde pasan, sólo queda un reguero de sangre y una terrible desolación.

El demonio está meditabundo, y se debate entre dos pensamientos opuestos, susurrados por sus distintas naturalezas –Cole, por un lado, y Baltasór, por el otro- pues, mientras que el segundo disfruta con el espectáculo, el primero, en cambio, se pregunta si no se habrá excedido en su afán por enfrentarse a las brujas, y llevar la muerte al Bosque que tantos recuerdos le trae…

¡Ton! ¡Toon! ¡Tooonn! ¡Ta-Rí! ¡Ta-Rí-Ta-Rí! ¡Ta-Ta-Ríííí! ¡Tooonn! ¡Toon! ¡Ton! ¡…!



A lo lejos se escuchan los tambores de guerra;
las trompetas les siguen, entonando alaridos.
Se desplazan en carros que provocan chirridos,
cual carroza mortuoria que a los pueblos aterra.

Una bruja sutil a la escoba se aferra;
le acompaña su gato, siseando bufidos.
Muy ocultos esperan, algo cabizcaídos,
pues pretenden borrarles de la faz de la Tierra.

“Los sonidos pulsantes me recuerdan la sangre
que millares de seres han perdido en mi cueva,
con torturas sublimes, al uso del palangre”.

“En mi sola existencia, que es bastante longeva,
no he querido que a nadie se le inflija un desangre.
¡Que a tocar a mis brujas ningún loco se atreva!”

Cole ©



Bando de las Brujas. Noviembre 27,08

Las brujas están preparando sus escobas y sus dulces pócimas, mientras se visten con sus mejores galas, para recibir a las ilustres huestes y agasajarles con un convite, para lo cual entonan sus mejores cantos…

La Lolailo.. laaaaaaaaa la lolailo lolailooooooooo laaaaaaaaa



Venid y poneros cómodos
lindas huestes del infierno,
hay espacio para todos
ya que este bosque es inmenso;
y cambiad esas caritas
pues me parecéis muy serios.
No provoquéis a las brujas
que son reinas del ingenio
y las protegen del mal:
una recua de amuletos,
el gran Sauce Milenario,
más un sabio tabernero.
( Por si alguno no lo sabe,
aquí le llamamos Pencho)
Quedáis todos convidados
a disfrutar del momento,
haremos una gran fiesta
donde bailen nuestros fuegos.
Ahora bien, si buscáis guerra,
¡¡¡CUIDADITO!!!... Es un consejo.

Phoeby ©

Jajajajaja



Crónicas de la guerra (II)
Bando del demonio. BreNo-Viem 28, 2008

El demonio Baltasór se ha puesto en movimiento, abandonando la seguridad que le proporcionan los infranqueables muros de su observatorio en el Monte del Fin del Mundo, para seguir de cerca a los capitanes de su cohorte personal; éstos últimos, avanzadilla táctica del ejército de órcos, se ha topado con dos situaciones contrapuestas, que, además, han hecho acto de presencia a la manera de efímeros susurros transportados por el viento: por un lado, una especie de grito de rebelión y llamamiento a las armas, una voz de buena ventura, que intenta reunir a grupos dispares de seres para que ataquen a no sé qué cabras del Monte Uno; por el otro, una dulce y feliz melodía, que trata de trasponer las sanguinarias tropas de su ejército, enviándolas a un bosque mágico, y convirtiéndolas, al mismo tiempo, en obesos comensales de una fiesta pagana, o en bailarines de claqué, de no sé quién llamada Lola la Lolaila.

Todo ello precedido por extraños sonidos cortantes, como de afiladas espadas segando ejemplares verdes de “Lagitanius Morare”, o dulces setas que crecen en los bosques encantados…

¡Más! ¡Mass! ¡Masss! ¡Masss! ¡Massss! ¡Masss! ¡Mass! ¡Más! ¡…!



De mis ordas de órcos no me fío,
pues son zafios, cobardes y muy lentos.
Mandaré mi cohorte, unos doscientos,
para espiar en el bosque tan umbrío.

Mas de pronto se escucha un desafío,
transportado por ráfagas de vientos;
es un grito, o la música de cuentos,
que provocan un fuerte escalofrío.

A mis órcos inculco más coraje
para entrar en lugar tan encubierto;
sin embargo, es magnífico paraje.

Una bruja prepara con acierto
un hechizo y un pútrido brebaje.
Me ha dejado pasmado y boquiabierto…
Cole ©



Y de repente, se silenciaron los estridentes clamores de las hordas salvajes de Baltasór, confundidos por otra estridencia, menos salvaje, pero igual de horripilosa, que provenientes del bosque nos traía la brisa Catalina. Eran canturreos de un lalilo leilo lailo, laleilo, lo la… acompañados de música de laudes, bandurrias y tambores, que no sonaban a guerra, sino a parrandas de güerta.

Aquí estoy mis brujillas
con mis colegas bandidos
cientos de brujos malvados
y sus tropas de mininos


Perooo… Esperarme aquí, que voy a parlamentar con el Siniestro a ver si le hago entrar en razón, que éste no sabe dónde se va a meter ¡Angelico!

¡Quieto, paráo, Baltasor!
detén tus hordas salvajes
déjate llevar por Cole
¡No me seas tan malaje!


Que conste que, aunque seamos amigos, de taberna, tapas y vino…

Vengo presto a guerrear
enfundado en mi armadura
contra todo aquél que osase
importunar a mis brujas


Y no temáis a lo que veis, sino a lo que ignoréis, que la madre tierra es mi hermana, y sus entrañas, mi fuerza, los vientos son mis compadres y el agua, prima segunda de mi abuela. Así queee…
¿Hace un vinito exquisito, en la mesa discreta del rincón en La Taberna, y lo perdío al río, Baltasor?

Pencho el Duende ©

Allá en la acampá...



Ante el chivatazo de la bruja Ojotuerto, cotilla oficial de Amor Brujo y ocupa descará y permanente en el nido de los grajos cascajos, sito en tó lo arto del Sauce Milenario, basándose en sus avistamientos claros, clarísimos, cristalinos, unidos a los tropecientos soplos que le traía la brisa Catalina, el Consejo de Brujas Sabias, tras varias lunas de conjeturas y desacuerdos continuos, llegaron a la conclusión y nos comunicaron que, Demonio Baltasor, se disponía a atacarnos “por sorpresa”.

Inmediatamente, el bosque se convirtió en el caos más embrujadamente caótico, en la ardua faena de acondicionarlo, fortificarlo e invisibilizarlo, para tan inusual y divertido evento

-¡Esto es la guerraaa… ¡ Que gritaba hechizado de alegría el brujillo Gurrucho Nax, yendo y viniendo con madera y ¡más madera! para avivar las hogueras.

Las brujas salieron en estampida a cumplir con su cometido. Las expertas voladoras saltaron sobre sus escobas y, en temerarios, por raudos y veloces vuelos rasantes, cruzaban el bosque transportando todo lo transportable y útil a sus fines.
Las pocimadoras, a pocimar, llama en puchero a toda magia, brebajes y mejunjes con los más mortíferos venenos, incluido el de ataque súbito de risa irresistible.
Los varones fantásticos, cavaban negros fosos sin fondo ¡Ejem! Ellos no, sus palas debidamente hechizadas, mientras ellos instruían a las tarántulas dentudas, sobre cómo y dónde debían “morder” al enemigo.
Araña Patraña y sus secuazas, se apresuraban a recubrir el bosque con una densa y enmarañada capa de telarañas (su último invento, aún sin patentar) invisibles, elásticas, irrompibles e ignifugas.
Los búhos, grillos, grajos y todo bicho útil, no muerto, fueron obligados, bajo amenaza de desplume o despelleje con ensañamiento, en caso de negarse, a ensayar gritos histéricos en diferentes tonos ultratúmbicos de los de darle un susto al mismísimo miedo, para proferir a tó decibelio y de modo personal e intrasferible, justo en el tímpano de cada uno de los enemigos.

De pronto, un lalilo leilo lailo, laleilo, lo, la… se extendió por todo el bosque ¡PENCHO! mediumnearon todos al unísono.

Aquí estoy, brujillas mías…

Fivita salió a su encuentro, le cuchicheó algo al oído, y encaramándose ambos dos, a la rama más baja del Sauce Milenario, reclamaron la atención del personal embrujado
-Tenemos dos propuestas de estrategia guerrera que exponer, con fines gananciales, genialmente tramposas- dijo Pencho – tú primero, meiguiña de mis duenderías.

- Propongo aparentar que no sabemos nada del supuesto ataque, y recibir al enemigo con honor de héroes que están de paso por nuestro bosque encantado, festejándolos y agasajándolos con buenas viandas y mejor vino, música y baile, y en distendida y amigable charla, advertirles y aconsejarles que ¡¡¡CUIDADITO!!! con las brujas. Seguro que entran en razón, se arrepienten de sus malas intenciones y dulcemente, deponen las armas y nos piden perdón.

-Pero qué dulcemente inocente, pacífica y cándida, es esta meguiña de mis debilidades ¡Relimoneros! – que mascullaba Pencho, pa sus adentros silenciosos.

Una ola ensordecedora de murmullos premonitorios, más negros que el carbón, colapsó el espacio circundante.

-¡Esto es la guerraaa… ¡ Que seguía gritando hechizado de alegría el brujillo Gurrucho Nax, yendo y viniendo con más y ¡más madera! para continuar avivando las hogueras.

-Mi propuesta –habló Pencho- es ir a visitar al Maligno, y amigablemente, invitarlo a una copichuela de mi mejor vino, luego a otra, y otra, y otra más, y en cuanti que lo vea flojear una miajica ¡Al foso sin fondo de las tarántulas dentonas!

Y entonces, fue cuando…


Mim ©

Allá en la madrugá...

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