martes, 8 de septiembre de 2009

(II) Guerras Mágicas




Crónicas de la guerra (III)
Bando del demonio. BreNo-Viem 30, 2008

Después de superar el estatismo pasmoso sufrido por las huestes de Baltasór, y, dicho sea de paso, por él mismo, a consecuencia de su encuentro con una meiga estupenda, de esas de quedarse atónito, patidifuso y babeante, vestida con traje de luces de colores brillantes, invitando a todos a una fiesta con banquete, y de su misteriosa desaparición, instantes después, con increíble aparato de luces y sonidos, cual tormenta boreal , la cohorte del demonio retoma sus exploraciones adentrándose aún más en el mágico bosque, pues la guerra debe seguir su curso inapelable, y se acerca a pasos agigantados el mes de BreDi-Ciem con su nieve y frío glaciales.
Después de varias leguas caminadas, vuelven las estridencias, esta vez como metálicas, transportadas por el viento, emulando a las que producen las latas atadas en cadena tras el coche que conduce a los recién casados, al convite nupcial.
De repente, hace su aparición un personajillo enfundado en armadura lustrosa, y con yelmo de penacho en la cabeza que cubre sus facciones hasta hacerlo irreconocible, y le suelta al demonio una cháchara filosófica que diserta sobre el bien y el mal, y lo exhorta a que, una vez negada su naturaleza maligna, le acompañe a una taberna y se siente a tomar unos vinos ¿…? Pobre chalado; corre un gran peligro.

¡Clin-clon! ¡Ti-qui-li-clin! ¡Clon! ¡Beeee! ¡Muuuu! ¡Cric-cric! ¡Ú-uu! ¡Úuu-u-úuuu! ¡Clin-clan-clon! ¡Cric-croc! ¡Clan! ¡…!


¿Quién será el alfeñique vestido de armadura?
Le acompaña caterva de ceporros catetos
más algún patalsuelo; sus atuendos escuetos
no mejoran en nada su torpe chifladura.

Sin embargo sus rostros reflejan la bravura,
cual si brujas feroces cargadas de amuletos
estuvieran detrás, escondidas en setos,
y esperando la voz para darnos captura.

No me fío de ellos. Quizás deba escuchar
al que blande la espada, porque no tiene filo,
y parece sensato, no mirando su ajuar.

Mandaré mis soldados a seguir con sigilo,
pues no es listo en la guerra quien abraza el azar.
A pesar de la táctica, estoy algo intranquilo…

Cole ©



Crónicas de guerra ( III)
Bando de las brujas Diciembre 01,08

A lo lejos se divisa una unidad táctica de exploradores, también unidades dispersas de flamantes caballeros con armadura para defender a las brujas. Algunas de estas se encuentran cerca del Sauce Milenario, a las órdenes de la Generala Bruja Mim, preparando sus pócimas para encandilar a las huestes de Baltasor; se han puesto sus galas y le sacaron brillo a sus escobas... Reúnen con cuidado cada uno de los ingredientes para encender el fuego que haga cambiar de actitud a todas esas hordas del infierno, y, de no hacerlo, ¡¡¡ que se quemen en la hoguera !!!.



Que dé comienzo el ritual
en el círculo de fuego;
el valle está protegido
de las huestes del infierno.

¡¡¡Fortifíquense las llamas
y las hierbas del caldero!!!
que las pócimas de brujas
están hechas con criterio.

Que ardan en las hogueras
las cohortes del averno
y Baltasor entre ellas
por ser el malo del cuento.

Phoeby ©


Pero por si acaso, ya le he puesto el casco a mi gato...



Un inciso, po favó, que el gatito de Fivi...

¡¡¡Me paaaaaaaaarto…!!!

¡Ays! panchá reí m'he pegáo ¡Remurciélagos!
Sigamos, que decía Fray Brujico Luís.

Pero Penchooo... Ven acá, p'acá, duende pardillo enlatáo. ¿No te das cuen... que te vienen siguiendo tropecientos adefesios de esos de Baltasor?



Entra ligero p'a dentro
que no descubran la entrá
te van siguiendo de cerca
tropecientos en parvá

Ya me ha dicho la Ojotuerto
que de ná nos has valío
con el casco, el Baltasor
ni te ha reconocío

¡Cállate, so quisquillosa!
me dijo Pencho, sonriendo
que le eché gotas de olvido
en lo que estaba bebiendo

Y esos zafios alfeñiques
que me pisan los talones
han caído como chinches
con mi vapor de limones

Asín queee...

Mim ©

Allá en la madrugá...


Crónicas de la guerra (IV)
Bando del demonio. BreDi-Ciem 02, 2008

Baltasór no está conforme con el transcurso de la guerra. A pesar de su fuerza, brutalidad y fiereza innatas, las hordas de orcos cada vez se muestran más remilgadas a la hora de atacar, y no es por falta de incentivos; ni los jugosos manjares que han probado, ni el restallido del látigo en sus espaldas son suficientes para mantener el ánimo y el orden en sus filas. Quizás exista verdadera magia en el Bosque, o se trate de venenos mortíferos arrojados al aire y al agua los que hacen tambalear el resultado esperado de la contienda.

Entre las tropas se habla, a espaldas del demonio, sobre rituales en círculos de fuego, y de hierbas, y de pócimas hechas con criterio; además, se rumorea sobre la existencia de un arma secreta…

¡Ja, Ja, Ja! ¡Ji, Ji, Ja! ¡Ju, Ju, Ju! ¡Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, …!

Mis guerreros sucumben poco a poco
a la planta del Sauce sempiterno;
es quizás nuestro vino de Falerno,
o si no por el virus neumococo.

En el centro del bosque está su foco,
mas mis huestes provienen del Averno;
por lo tanto, será un problema externo.
¡Esta guerra me está volviendo loco!

Y de pronto descubro la razón.
No son gotas de olvido es ¡imposible!;
tampoco los vapores del limón.

Es un arma, si acaso más terrible
pues afecta a mis orcos cual bufón:
es la risa que causan, infalible.

Cole ©

No hay comentarios:

Publicar un comentario